Por: Michela Cavallone, Departamento Comunicacional
Eran las 03:34 del 27 de febrero de 2010, cuando la zona centro sur del país sufrió un terremoto de magnitud 8,8. Horas después, un tsunami arrasó gran parte de la costa chilena, cobrando la vida de miles de personas.
Esta catástrofe generó cortes en carreteras, suministro eléctrico y de agua potable en las zonas más cercanas al epicentro, que fue principalmente en el Biobío. Las demás regiones afectadas fueron Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins, Maule y La Araucanía, zonas que acumulan cerca del 80% de la población del país.
A pocas horas de ocurrida la tragedia, la Fuerza Aérea de Chile en forma conjunta con la Armada, realizaron vuelos de monitoreo en los sectores más críticos. Fueron las Fuerzas Armadas quienes entregaron un primer informe de la magnitud de los daños causados. A partir de ello, por petición del Gobierno, se desplegó un Puente Aéreo desde la Base Aérea “Pudahuel” hasta el aeropuerto Carriel Sur en Concepción, lugar donde se estableció una base de operaciones aéreas provisoria, donde recibió el apoyo proveniente de países como Brasil, Colombia, Estados Unidos, Perú, Rusia, Francia, China, Qatar y Austria, por nombrar solo algunos.
Desde el primer día, la IIª Brigada Aérea tuvo un papel principal, como centro de operaciones aéreas, acopio y distribución de ayuda humanitaria para las victimas del terremoto.
La Institución, a través de sus medios aéreos, realizó más de mil trecientas vuelos donde se trasportaron dos mil toneladas de carga y donde 14 mil personas fueron movilizadas desde y hacia la zona de catástrofe, entre el 28 de febrero y el 31 de marzo de 2010.
A 12 años del 27F, la Fuerza Aérea de Chile mantiene su compromiso de apoyo, ayuda y resguardo de con el país y sus compatriotas, deber que se ha visto reflejado con el constante trabajo en el traslado de pacientes y cargas en Pandemia por Covid-19 y cada vez que el gobierno así lo requiera.
