Con 18 años, en 1953, John Wall Holcomb ingresa a la Escuela de Aviación “Capitán Ávalos”, trasladándose desde las cálidas playas de Arica hasta la histórica Base Aérea “El Bosque”. El “Negro Wall”, como se le apodaba, resaltó entre sus camaradas por su gran generosidad y simpatía, energía y disciplina, lo que lo llevó a ser uno de los pocos Alumnos en participar de los planes de estudio e instrucción de vuelo en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF). Durante 6 meses fue instruido en aviones Texan T-6 y luego en un multimotor, como lo era el B-25.
En noviembre de 1955, Wall regresó a Chile desde los Estados Unidos, lugar donde representó de manera brillante tanto a la Fuerza Aérea, como al país, dejando excelente impresión y calificaciones por su desempeño en el casi año y medio que permaneció en la USAF. Wall Holcomb egresa como cuarta antigüedad de la Escuela de Aviación en diciembre de 1955
Su primera destinación fue en febrero de 1956 a la Escuela Táctica del Grupo de Aviación N°1, en la Base Aérea “Los Cóndores” de Iquique, donde se desempeñó como Oficial Alumno volando una aeronave North American AT-6 “Texan”. Meses después, fue destinado a la Escuela de Combate del Grupo de Aviación N°8, en la Base “Cerro Moreno” en Antofagasta, donde se desempeñaría como piloto de B-26 “Invader”.
UN ACTO HEROICO, UN FATÍDICO DESENLACE
Eran las 15 horas del 3 de septiembre de 1957, la aeronave B-26C “Invader” N°826, piloteada por el Subteniente John Wall, llevaba como único tripulante al mecánico, Cabo Domingo García, ambos efectuarían un vuelo local después de una revisión de 100 horas. “Cerro Moreno, Torre, Fuerza Aérea 826 listo para rodar el cabezal de despegue. Vuelo local”, fueron las palabras del joven Subteniente.
Con el chequeo reglamentario realizado y la autorización de la torre control, Wall y García inician el despegue. Cuando estaban a unos 150 metros de altura, el motor derecho empieza a incendiarse. El Subteniente Wall empleando todo su conocimiento intentó poner el motor en bandera y regresar a la pista en sentido contrario al cual despegó, lo que causa que la cabina se llene de humo, dificultando la visión del piloto durante el aterrizaje, lo que llevo a que la aeronave cayera, se arrastrara e incendiara casi por completo.
El Subteniente logra salir y escapar de las llamas que estaban consumiendo el avión, cuando se dio cuenta que su camarada no venía tras él, decidió, sin titubeo, volver a la máquina para rescatarlo, momento en que se produce una explosión por el combustible, dejando a Wall en un gravísimo estado. El Cabo García murió minutos en el trayecto hacia al Hospital Regional, mientras Wall seguía consciente, muriendo en la madrugada del 4 de septiembre.
Ese día Cerro Moreno se tiñó de luto y gloria al mismo tiempo; perdieron a dos valiosos camaradas, pero en atención a la singular y valerosa actuación del Subteniente Wall, la Fuerza Aérea de Chile le entregó a su madre, Ángela Holcomb, la “Medalla al Valor” póstuma, a la que se hiciera merecedor su hijo.