El sábado 5 de abril de 1919, en un Bristol de 110 HP N° 4987, el Teniente Armando Cortínez Mujica, emprendió el vuelo que imprimió su nombre en la historia de la aviación nacional, esto fue el cruce de la Cordillera de los Andes en un raid de ida y vuelta.
Este vuelo no fue autorizado por el Gobierno y sus superiores no estaban al tanto del plan que el joven oficial tenía pensado, hasta que ya había despegado desde el Aeródromo El Bosque con destino la ciudad de Mendoza, desde donde despachó un telegrama que decía: “Suplícoles perdonarme esta gloriosa fecha háyame atrevido, sin autorización, llevado patriótico impulso traer un saludo cariñoso reconocimiento nuestro hermano pueblo argentino, cuya sangre esta fecha bañó con la nuestro los heroicos campos del Maipo, ayudándonos eficazmente conquistar los nobles ideales de libertad. Aterricé 08:00 horas Departamento de Tupungato, Mendoza. Espeso mar nubes impidióme seguir rumbo. Ruego mandarme mecánico con hélice a fin de regresar vía aérea, pues aterrizaje sufrió desperfectos hélice. (Firmado) Teniente Cortínez”.
El Teniente planificó el viaje, con el fin de realizar un homenaje al pueblo argentino por el 101° aniversario de la Batalla de Maipú, acto que selló la independencia de Chile.
Debido a las dificultades técnicas, dado que se dañó unas de las hélices de la aeronave, desde Chile viajaron dos mecánicos con los repuestos necesarios para reparar el Bristol, además de entregársele una carta con instrucciones por parte del Coronel Pedro Pablo Dartnell, donde le decía: “Se le recomienda prudencia y mucha prudencia. Por ninguna causa salga en malas condiciones atmosféricas. Quedo muy preocupado de su viaje, pero con la convicción firme de que su regreso será feliz como la ida. ¡Buen viaje y saludos cariñosos!”.
Una vez reparada la nave, a las 06:40 del 16 de abril de 1919, Cortínez junto al Teniente argentino Luis Candelaria, despegaron desde la Estancia Lo Silva en Argentina, rumbo a la histórica Base Aérea El Bosque, donde lo esperaban sus camaradas y superiores encabezados por el Coronel Pedro Dartnell, máximo jefe de la Aeronáutica Militar, mientras la banda del Regimiento Ferrocarriles tocaba la “Canción de Yungay”.
Cortínez no fue sancionado sino, por lo contrario, se le ascendió al grado de Capitán. Llegó al grado de General de Brigada Aérea. Durante 1957 se desempeñó como cónsul de Chile en Córdoba y, posteriormente, en San Rafael, Argentina.
Su hazaña es recordada en la historia de la aviación chilena, no solo por la capacidad técnica, sino por la valentía e ingenio del Teniente Cortínez.