Dos historias de aviadores militares que comparten algo más en esta importante fecha.
Este 21 de junio se conmemoró el Día del Padre, y el orgullo de cientos de hijos e hijas de la Iª Brigada Aérea hacia sus padres es incalculable. Algunos los tienen cerca, otros a lo mejor, ya no cuentan con su presencia terrenal, pero hace que se valore a diario las vivencias y valores entregados. Esa admiración, el cariño y el sacrificio de muchos por pertenecer a una de las Instituciones de las Fuerzas Armadas, como lo es la Fuerza Aérea de Chile trasciende generaciones.
Dos historias de padres e hijos que actualmente se encuentran entregando arduamente su trabajo en esta emergencia sanitaria en la comuna de Alto Hospicio, nos comentan lo que es vivir en carne propia la experiencia de compartir el amor por el azul aéreo y el apoyo a la comunidad.
El Suboficial Claudio Orellana, trabaja en el Grupo de Bienestar Social, en la Escuadrilla Recreacional, y es supervisor general. Relata que para él, el Día del Padre es muy especial por el cariño entregado por sus hijos. “Esperamos ansiosos el saludo de nuestros pequeños y es el día en que yo también puedo saludar a mi padre que lo tengo vivo. Gracias a Dios es un día especial y de reencuentro”.
Cuenta que está a cuatro meses de dejar definitivamente de la Institución, “hace 34 años que salí de mi hogar. Este es mi año 35 y me quedan un par de meses en la FACh. Es mi último día del padre dentro de la Fuerza Aérea”.
El Suboficial Orellana agregó “para los que somos padres, tener un hijo es una bendición. Lo que buscamos para ellos es la felicidad. Ahora que mi hijo vista el azul aéreo es un honor para nosotros, y compartir la especialidad es un privilegio y un orgullo enorme”.
En tanto, su hijo Cabo 2° Claudio Orellana, explica que siente una gran admiración por su progenitor, sus palabras expresan un inmenso cariño, “para mí, mi papá es un ejemplo, muchas veces cuando eres niño no entiendes las cosas. Mi papá siempre ha sido un muy buen ejemplo”.
En tanto, para el Sargento 1° Javier Salazar asegura que nunca pensó que su hijo seguiría sus pasos. “Yo nunca pensé que a Bastián le iba a llamar la atención la Fuerza Aérea. De hecho no lo teníamos conversado hasta el primer semestre de cuarto medio. Me lo comentó una vez que ya estaba postulando”, acotó.
El Sargento Salazar quiso que su hijo fuera un profesional de otra área. “No fue así y él se inclinó en postular a la Fuerza Aérea para bendición de nosotros y con orgullo, Bastián tiene la misma especialidad que yo. Me siento orgulloso el día de hoy, por su trabajo y porque nuestra relación es bien cercana”, dijo emocionado.
Para el Cabo Bastián Salazar, trabajar en la misma unidad que su padre es un orgullo. Cuenta que quiso ingresar a la Institución porque él siempre vio a su padre como un héroe y quiso seguir sus pasos.
“En su momento veía a mi papá casi como un héroe al saber que pertenecía a esta Institución. Lo vi como un héroe que servía a su nación, podía estar ahí. En muchos momentos de mi infancia no pudo estar presente pero más que nada por el trabajo y la distancia. Ahora, estando acá comprendo”.
Recuerda que tiene muy lindos momentos de la relación con su padre, a pesar del poco tiempo que tenían para estar juntos, lo hacían con todas las ganas cuando iban al parque a jugar a la pelota en su casa de niñez en Concepción, o iban de excursión en la casa de su abuelo. “Yo siempre quería acercarme a su mundo, los valores que me entregó son muy importantes”.