A medio siglo de su fundación, se yergue como la principal base logística de Chile en la Antártica, “puerta de entrada” y la antesala propicia para una mayor presencia hacia la profundidad polar.
Inaugurada el 22 de mayo de 1969, inicialmente como Centro Meteorológico Antártico “Presidente Frei”, es sin duda la más importante de las Bases Chilenas en la Antártica, “puerta de entrada” al continente por el sector de la Península. Debido a su importancia regional fue incorporando cada vez mayor infraestructura aeronáutica hasta ser complementada con la construcción de la pista de aterrizaje, que dio origen al Aeródromo “Teniente Marsh”, en marzo de 1980.
En 1966, en una reunión efectuada en la ciudad de Melbourne, Australia, un “Grupo de trabajo sobre meteorología Antártica”, a la que asistió el Director de la Oficina Meteorológica Chilena, Coronel de Aviación Sergio Bravo Flores, propuso la creación de tres Centros Meteorológicos en el Continente Antártico: 1. Chile, Base Aérea Antártica “Presidente Aguirre Cerda”, 2. URSS, Base Minry-Molodezhnaja, y 3. EE.UU. Base Mc Murdo. Lo que fue aprobado ese mismo año por la Organización Mundial de Meteorología OMM y en 1968 por la Vª Reunión Consultiva del Tratado Antártico en París.
Habiendo asumido Chile la responsabilidad de mantener operando el Centro Meteorológico Antártico en la Base “Presidente Aguirre Cerda”, en Isla Decepción, luego de la erupción volcánica que obligó a evacuar dicha Base, el Gobierno de Chile tomó la decisión de trasladar el Centro Meteorológico y de Telecomunicaciones Antártico a la Base inactiva de la Fuerza Aérea Gabriel González Videla (GGV) en Bahía Paraíso, durante 1968.
Posteriormente, el Ejecutivo dispuso buscar otro lugar para una nueva Base y asignó los fondos para tal efecto, lo que debía materializarse en el verano de 1968-69. Inicialmente se eligió la Isla Rey Jorge, donde se debía ubicar una bahía apropiada y el terreno apto para la Base.
Durante el año 1968, el Estado Mayor de la Defensa y el Departamento Antártico de la Fuerza Aérea de Chile, con el apoyo del Instituto Antártico Chileno y el Instituto de Geofísica de la Universidad de Chile, determinaron los requisitos de esta nueva Base y se hicieron los planos respectivos.
La planificación de detalles correspondió al Departamento Antártico de la Fuerza Aérea. Aquí se adquirieron desde los clavos hasta la madera, todos los artefactos y los miles de elementos necesarios para construir una Base en el continente blanco y debido a que no era posible conseguir fondos extraordinarios, al personal de la Institución le correspondió la construcción de la nueva Base.
Cuando el buque Piloto Pardo llegó a Bahía Fildes, lo primero que desembarcó fue un refugio apto para albergar a todo el personal de la Brigada de Construcción, compuesto por unas 30 personas. Este refugio prefabricado había sido armado anteriormente a manera de ensayo en un patio próximo al Instituto de Geofísica, lo que había demorado una hora y treinta minutos.
En esa oportunidad, le correspondió al Comandante de Escuadrilla Juan Becerra, quien había sido seleccionado como Comandante de la primera dotación del nuevo Centro Meteorológico Antártico en la Isla Rey Jorge, la peculiar misión de supervigilar la construcción de la que iba a ser su propia Base. Desde luego no fue una tarea fácil desembarcar más de 100 toneladas en una playa donde no había muelle ni grúas, empleando principalmente las embarcaciones de los buques de la Armada Piloto Pardo y Yelcho.
Posteriormente, en 1984 fue inaugurado el primer poblado antártico chileno, Villa “Las Estrellas”, con trece casas habitadas por familias del personal de la Fuerza Aérea de Chile, Dirección General de Aeronáutica Civil, científicos del INACH y profesores que permanecen en ella durante dos años haciendo soberanía. El mismo año se creó el Grupo de Exploración Antártica Nº 19, dotado con un avión DHC-6-300 Twin Otter y un helicóptero Bell-412, que tienen por misión principal realizar operaciones de Búsqueda y Salvamento Aéreo SAR, así como también brindar conectividad entre las bases cercanas.
El material aéreo está equipado especialmente para la operación antártica, contando con sistema de esquíes que le permiten anevizar permanentemente sobre glaciares y lugares no preparados, por lo que requiere de un entrenamiento frecuente de pilotos y tripulaciones para mantener esta eficiencia.
El aumento de la importancia de la Base “Presidente Frei” hizo que, al poco andar, ésta se constituyera en la mayor base operacional y logística de Chile en el continente y una de las mayores de la Antártica. A su vez, al ser una de las pocas bases con operaciones aéreas permanentes, permite la conectividad por aire durante todo el año con Punta Arenas. Ello brinda una valorada capacidad de respuesta ante emergencias y evacuaciones aeromédicas hacia el continente, en beneficio de nuestras propias dotaciones antárticas, como también del resto de las bases antárticas en el área, lo que permite además que otros países antárticos puedan arribar a sus bases, realidad que en la actualidad alcanza a los 22 programas que ingresan por esta base provenientes de Punta Arenas, capacidades que facilitan las actividades de cooperación antártica.
Pero el paso del tiempo, las inclemencias meteorológicas y los incendios han pasado la cuenta a las instalaciones de la Base, con una infraestructura que se aleja de los estándares de construcción alcanzados por otras bases antárticas y cuyo regular estado, expone permanentemente la seguridad de las personas ante la ocurrencia de un siniestro. Es por ello que se hizo necesario disponer un plan de mejoramiento de las instalaciones del Complejo Base Frei, para incorporar los últimos avances en materia de respeto al medioambiente, eficiencia energética, un diseño funcional y nuevos materiales aislantes, entre otras mejoras.
Recientemente, el Presidente de la República anunció la reconstrucción de la Base Frei, cuyo programa de inversión busca optimizar edificaciones, aumentando la eficiencia funcional evitando el crecimiento inorgánico; centralizar los sistemas de generación y distribución de energía, servicios básicos, urbanización que optimice el trazado de redes y sistema vial para vehículos y peatones; redefinición de la generación y distribución eléctrica con miras a la eficiencia energética; mejorar las infraestructura en respuesta a las condiciones de nieve y vientos, en Villa Las Estrellas la construcción de módulos habitacionales para toda la dotación del complejo Base, el cual incorporará también la habitabilidad de la Dotación de las actividades antárticas de la Armada de Chile, a través de su Gobernación Marítima y Capitanía de Puerto de Bahía Fildes.
Durante la presentación de este proyecto, el Jefe de Estado manifestó que “la Antártica es el Continente del Futuro. Muchos de los problemas que está experimentando la humanidad hoy día, van a encontrar soluciones en este territorio”, al tiempo que destacó que Base Frei cumplirá cincuenta años, siendo la principal unidad operacional y logística”.
La tecnología disponible posibilita construir con mejor sustentabilidad y optimización de las instalaciones, mejorando los aspectos de seguridad, evitando con ello la ocurrencia de incendios con materialidades livianas e ignífugos que al ser livianos y compactos permiten un mejor transporte, deseando en lo posible que su fabricación, en lo que respecta a partes y piezas, se haga a través de la industria nacional con las bondades que genera esta definición, para luego permitir su traslado preferentemente en aviones C-130, a objeto de poder efectuar su armado en terreno, con un mínimo impacto en la generación de las obras y así aumentar la velocidad de la construcción.
Ad portas del centenario de la Fuerza Aérea de Chile, contar con una base moderna, de infraestructura polar sustentable, con bajo consumo de combustible fósil, eficiente energéticamente, con reducción de las emisiones de CO2, bajo costo operacional y respetuosa del frágil medioambiente antártico, permitirá seguir cumpliendo su función operacional, de conectividad y presencia nacional, con pleno respeto y cumplimiento del Protocolo al Tratado Antártico sobre protección ambiental, como a los objetivos fijados en la Política Nacional Antártica.