Julio 2018.
Al celebrarse el próximo 16 de julio la fiesta de la Santísima Virgen del Carmen, también conmemoraremos el “Día de la Espiritualidad” de los integrantes de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile junto a sus familias.
Esta fiesta a la Virgen del Carmen tiene sus orígenes en los Padres de la Patria que invocaron a la Madre de Dios en los escenarios más importantes de la historia. Como prueba de ello, basta recordar el 5 de enero de 1817 cuando el Ejército de los Andes juró a la Virgen del Carmen como su Patrona. Un título que significa el reconocimiento de la Santísima Virgen como protectora de la Institución y que le fue dado por todos los soldados. Pero junto a esto, la Virgen del Carmen también fue invocada como “Generala”. Testimonio de ello es la carta que le enviara el General José de San Martín al Superior del Convento Franciscano en Mendoza: “La decidida protección y ayuda que ha prestado al Ejército de los Andes su Patrona y Generala, nuestra Madre y Señora del Carmen, son demasiado visibles. Un cristiano reconocimiento me estimula a presentar a dicha Señora el adjunto bastón como propiedad suya y como distintivo del mando supremo que Ella tiene sobre dicho Ejército”.
La Virgen, bajo su advocación “del Carmen”, es la Patrona y Generala que estuvo intercediendo por los soldados del pasado y que sigue constituyendo un valor fundamental para nuestra vida espiritual.
En efecto, gracias a la obediencia de María a la voz de Dios manifestada por medio del Ángel, se hizo hombre Jesucristo y realizó su plan de salvación. Es Ella quien nos enseña a vivir nuestro seguimiento de Jesús con fe y humildad. Es María quien también nos educa como soldados, marinos, aviadores y carabineros con sus virtudes de obediencia y disciplina, honradez y transparencia, servicio y amabilidad. Es la Virgen del Carmen quien nos anima a seguir adelante, aun en medio de los desafíos que tenemos como País, Institución e Iglesia. Es Ella la que nos transmite la fidelidad a Cristo, puesto que Él es “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14,6). La Santísima Virgen, pues, es un “signo de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor” (Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, nº 68).
Por tanto, animémonos mutuamente a seguir creciendo en la vida moral y espiritual para que, a ejemplo de la Virgen María, seamos mejores personas y discípulos de Jesús para el bien común de nuestra Patria, vocación de nuestras instituciones.
Con mi sincero afecto para cada uno de ustedes y de sus familias, les saluda
Santiago Silva Retamales
General de Brigada
Obispo Castrense de Chile