Desde su creación en 1950, el Servicio de Búsqueda y Salvamento Aéreo (SAR) de la Fuerza Aérea de Chile, ha proporcionado de manera ininterrumpida un servicio altamente profesional, abnegado y comprometido con la protección de la vida humana en situaciones de emergencia, tanto en el territorio nacional como en el extranjero.
El origen del SAR se remonta a la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial, período en que diversas naciones comprendieron la imperiosa necesidad de contar con sistemas organizados y eficientes de búsqueda y salvamento, capaces de recuperar a sus tripulaciones en áreas remotas o de difícil acceso. En ese contexto, Chile suscribió la Convención de Aviación Civil Internacional, probada como ley en 1947, asumiendo formalmente su compromiso con la seguridad operacional en el ámbito de la aviación civil.
Para dar cumplimiento a estos compromisos, se encomendó a la Fuerza Aérea de Chile la responsabilidad de conformar un servicio especializado. Así, mediante la Orden de Comandancia en Jefe N.º 143 del 10 de mayo de 1950, el entonces Comandante en Jefe, General del Aire Aurelio Celedón Palma, estableció oficialmente el Servicio de Búsqueda y Salvamento Aéreo. Años más tarde, con la promulgación de la Ley N.º 16.752 en 1968, se ratificó que dicha función quedaría en manos de la Fuerza Aérea, consolidando institucionalmente su rol en esta materia.
Un punto de inflexión en el fortalecimiento del SAR fue la incorporación de Chile, en 1989, al Programa Internacional Cospas-Sarsat. Esta adhesión permitió al país acceder a datos de alerta y localización proporcionados por este sistema satelital, lo que potenció significativamente las capacidades de respuesta ante emergencias. Asimismo, se suscribieron acuerdos de cooperación con países vecinos como Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, a los cuales Chile también presta apoyo a través del sistema SAR.
Actualmente, Chile cuenta con la cuarta área de responsabilidad más extensa del mundo, con una cobertura de 31.000.000 km², superada solo por Sudáfrica, Estados Unidos y Australia. Este posicionamiento estratégico destaca al país como un referente en Sudamérica y a nivel global en materia de búsqueda y salvamento, tanto por su compromiso como por su capacidad operativa.
A lo largo de su historia, el SAR ha intervenido en numerosas operaciones que forman parte de la memoria nacional y continental. Uno de los hitos más recordados tuvo lugar en 1972, tras el accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en la Cordillera de los Andes, con 45 personas a bordo. Gracias a la heroica travesía de dos sobrevivientes que lograron pedir ayuda, se activó un complejo operativo binacional, en el que el SAR desempeñó un papel crucial para lograr el rescate con vida de 16 personas, después de 72 días en condiciones extremas.
Estas acciones reflejan el alto nivel de preparación técnica, entrega personal y vocación de servicio que caracteriza al personal del SAR. Cada operación realizada ha sido marcada por el profesionalismo, la excelencia operativa y el espíritu de sacrificio que distingue al SAR.
El trabajo sostenido y el impacto humanitario del SAR se reflejan en las significativas cifras registradas desde 1956, que dan cuenta de décadas de servicio ininterrumpido:
- 1.002 accidentes de aeronaves atendidos
- 1.084 operaciones SAR ejecutadas
- 2.246 días de búsqueda realizados
- 2.390 misiones aéreas completadas
- 14.113 personas rescatadas con vida
- 1.446 personas fallecidas recuperadas
- 21.247 personas involucradas en operativos de búsqueda
- 11.882,95 horas de vuelo FACH en operaciones SAR
Estas estadísticas dan cuenta, de manera concreta, del papel esencial que ha cumplido el SAR en la preservación de vidas humanas y en la respuesta oportuna ante emergencias. Son el fruto de una labor silenciosa, rigurosa y profundamente humana, donde cada minuto puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Su entrega diaria, muchas veces en condiciones adversas, ha sido decisiva en la protección de miles de vidas. Cada misión, cada hora de vuelo, cada esfuerzo desplegado en tierra o aire ha sido un acto de compromiso con un valor universal: el respeto y resguardo de la vida humana.
El SAR no solo representa una capacidad operativa de excelencia, sino también un legado institucional forjado sobre principios de solidaridad, valentía y servicio público. En un mundo donde las emergencias no dan aviso previo. Su vigencia y proyección hacia el futuro consolidan su papel como un pilar fundamental de la seguridad aérea y de la respuesta ante catástrofes naturales o accidentes.