Más allá de su misión de defensa y resguardo del espacio aéreo nacional, la Fuerza Aérea de Chile despliega día a día sus capacidades en favor de la comunidad, especialmente en aquellos rincones del país de difícil acceso y donde la adversidad golpea. Su vocación de servicio público, respaldada por su naturaleza polivalente, ha convertido a la Institución en un actor clave para el bienestar de miles de compatriotas.
Uno de los pilares fundamentales de este apoyo lo constituyen los operativos médicos y dentales, los que se han desarrollado por décadas en zonas aisladas. Comunidades como Cariquima, Colchane, Alerce, Palena o Chile Chico han recibido atención especializada gracias al despliegue de medios aéreos y personal de salud de la FACH.
Destaca especialmente la labor constante en Isla de Pascua, donde además del apoyo con atenciones médicas, también se han realizado actividades culturales, artísticas y deportivas, reafirmando el vínculo con Rapa Nui desde aquel histórico vuelo del Capitán de Bandada Roberto Parragué en 1951 a bordo del Manutara.
En esa misma línea de acción social, la Institución realiza traslados de estudiantes desde y hacia zonas extremas del país, permitiendo que jóvenes de Isla de Pascua o de la Región de Aysén, puedan realizar sus estudios superiores y reencontrarse con sus familias durante las vacaciones. Estos vuelos, que para muchos representa la única posibilidad de viaje, demuestra el compromiso sostenido de la FACH con la equidad y la integración territorial.
La capacidad de respuesta de la Fuerza Aérea se vuelve aún más visible en contextos de emergencia. Terremotos, tsunamis, aluviones o incendios han activado los recursos aéreos y humanos de la FACH en múltiples ocasiones. A lo largo de la historia nacional, la Institución ha establecido cinco Puentes Aéreos en momentos de catástrofe, durante el terremoto de Chillán en 1939; el terremoto y tsunami de Valdivia en 1960; terremoto y posterior tsunami que afectó a la zona centro - sur del país en 2010; tras el terremoto en la región de Arica y Parinacota y la región de Tarapacá en 2014; y el último, tras los aluviones en las regiones de Antofagasta y Atacama en 2015. Estos puentes aéreos facilitaron la conectividad con las zonas de catástrofe, contribuyendo al transporte, ayuda humanitaria y la evacuación de personas afectadas.
En estos escenarios, los aviones y helicópteros de la FACH son los primeros en llegar, trasladando especialistas, medicamentos, alimentos y lo más importante, esperanza.
Una labor especialmente valorada es la de las evacuaciones aeromédicas, que permiten el rápido traslado de lactantes, niños, adultos o ancianos desde zonas críticas hasta centros hospitalarios del país, gracias a la coordinación con los servicios públicos de salud. Este accionar se presenció en su máxima expresión durante la pandemia de covid-19, cuando los Aviadores Militares mostraron su maestría en medicina aeroespacial y trasladaron a pacientes críticos a lo largo de todo el país para que recibieran la atención que necesitaban. Estas tareas requieren de un trabajo en equipo impecable, en el que cada minuto cuenta y cada misión puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Otro reflejo del compromiso con la comunidad es el Servicio de Búsqueda y Salvamento Aéreo (SAR) de la FACH. Integrado por personal especialista (PARASAR) y tripulaciones altamente entrenadas, el SAR opera en todo el territorio nacional, rastreando aeronaves extraviadas o personas desaparecidas, incluso en las condiciones más adversas.
Con cada vuelo de apoyo, con cada misión de rescate o atención médica, la Fuerza Aérea de Chile reafirma su compromiso con la defensa nacional, lo que incluye auxiliar a la comunidad cuando así se requiere. Es una vocación que aterriza donde más se necesita, llevando consigo sus capacidades operativas, solidaridad y esperanza.