La Fuerza Aérea de Chile dio inicio a la carrera espacial del país con el lanzamiento del FASat-Alfa en 1995. Aunque falló en separarse correctamente del satélite madre ucraniano, fue un paso pionero que marcó el ingreso de Chile al ámbito espacial. En 1998 se lanzó el FASat-Bravo, que operó exitosamente por más de cuatro años, entregando imágenes satelitales que apoyaron áreas como agricultura y monitoreo ambiental.
En 2011, la FACH puso en órbita el FASat-Charlie, un satélite de observación de alta resolución que brindó servicios estratégicos en múltiples ámbitos civiles y de defensa, extendiendo su vida útil más allá de lo proyectado. Una experiencia acumulada que permitió sentar las bases para la creación del Sistema Nacional Satelital (SNSat), un programa estratégico multianual liderado por la FACH y con visión de Estado que busca reemplazar y expandir la capacidad que antes se sustentaba en un único satélite, el FASat-Charlie, pasando a una constelación de satélites de observación terrestre, con una red de apoyo científico, técnico y académico.
La infraestructura principal del Sistema Nacional Satelital es el Centro Espacial Nacional (CEN) que se construye en Cerrillos y cuya entrega se espera para fines del segundo semestre del 2025. Desde allí se coordinará el diseño, fabricación, operación y control de los satélites chilenos, además del procesamiento y análisis de sus datos.
Será un espacio abierto para la innovación, investigación, desarrollo y emprendimiento que busca contribuir a convertir a Chile en un polo de desarrollo científico tecnológico, que sirva como motor para el desarrollo nacional.
Contará con un Laboratorio de AIT donde se fabricarán, integrarán y testearán los satélites; un Laboratorio de Datos donde se procesará la información obtenida desde el espacio el cual considera un data center y una super computadora; un Centro de Control de Misión a cargo del control y monitoreo de satélites; y un Laboratorio de promoción del talento, innovación y emprendimiento, encargado de generar capital humano en el área espacial, uniendo la academia, la industria y la defensa.
De esta forma, el CEN permitirá consolidar una capacidad espacial soberana, conectando la tecnología con el desarrollo científico, productivo y estratégico del país.
A ello se suma la formación de una masa crítica especializada en el ámbito espacial que operará estas nuevas capacidades.
Para ello, el año 2025, la Fuerza Aérea firmó un convenio con la Universidad Adolfo Ibáñez para crear una nueva carrera donde los alumnos reciben una formación integral que abarca el desarrollo de las competencias académicas, aeroespaciales, físicas y valóricas esenciales que requieren los integrantes de la Fuerza Aérea de Chile para enfrentar los diversos escenarios y desafíos futuros. Se trata de la Licenciatura en Ciencias de la Ingeniería Aeroespacial y el título profesional de Ingeniería Aeroespacial, otorgados por la Universidad Adolfo Ibáñez y la Academia Politécnica Aeronáutica de la Fuerza Aérea de Chile, junto con un Magíster en Ingeniería Aeroespacial impartido a través de un acuerdo con el Politécnico de Milán de Italia.
Este proceso educativo considera la formación inicial de tres años en la Escuela de Aviación en condición de internado como Cadete de Aviación, de la que egresa al completar el sexto semestre como Oficial de la Fuerza Aérea de Chile. Posteriormente, continúa con su formación en la Academia Politécnica Aeronáutica en la que obtendrá, al cuarto año, la Licenciatura en Ciencias de la Ingeniería Aeroespacial. A partir del quinto año desarrollará los programas conducentes a la obtención del título de Ingeniero Aeroespacial, del Magíster en doble grado con el Politécnico de Milán y de especialización en una de las cinco áreas que permite la carrera de Oficial de la Fuerza Aérea de Chile: Piloto de Guerra, Defensa Antiaérea, Ingeniero Aeronáutico, Ingeniero en Telecomunicaciones e Informática e Ingeniero en Administración.
Un paso clave para fortalecer el desarrollo espacial de Chile, al formar profesionales altamente calificados que impulsarán la innovación, la soberanía tecnológica y el crecimiento de una industria estratégica para el progreso científico, económico y de defensa nacional.